El iPad es un tablet. O una tableta. O un tableto (como lo llama Albert Cuesta). Si fuera un ordenador, o un portátil, lo habrían llamado así. Y lo mismo puede aplicarse para el caso del móvil (o el smartphone, que es como se conoce a su variable inteligente). No, esto es otra cosa. Me gusta la definición de “pantalla personal”. El iPad es una pantalla que, literalmente, podemos llevar con nosotros a cualquier sitio, y desde la cual, podemos echar un vistazo a muchas cosas: internet, series, películas, vídeos en la red, juegos, música (al menos, las listas de reproducción, a no ser que padezcamos algún tipo de sinestesia, para lo cual, por otro lado, no se requiere un iPad), etc.
Esa definición de “pantalla personal” está muy bien, pero nos lleva a la necesaria “¿y para qué quiero una pantalla personal?”. A esto no te puedo responder. Cada uno sabrá si quiere tener un cacharro de estos, o si le merece la pena soltar la pasta por ello, a pesar de que esté interesado. Personalmente, me parece un complemento muy interesante para quien sea un intenso usuario de internet. Todo está a nuestro alcance con una calidad de imagen sobresaliente y, en el caso de la versión que salió a la venta hace unos días, con una gran potencia gráfica.
2. ¿No es un iPhone grande?
Desde Apple me dijeron, literalmente, que para teléfonos ya tienen otro producto, que es el iPhone. Para que el iPad fuese considerado un iPhone, tendría que servir para llamar, y a menos que usemos servicios VoIP (llamadas a través de Internet), este chisme no nos permitirá hablar con mamá, la novia, el sobrino o el vecino del quinto. En este sentido, el iPad no es un iPhone grande. Aunque hay un pero.
Y es por el sistema operativo y la interfaz. Dicho más claro: los iconos. El aspecto y el diseño de un iPad es el mismo que el del iPhone (de hecho, comparten mogollón de aplicaciones descargables). Siendo así, es normal que pensemos que la tableta es un iPhone harto de esteroides. Pero creedme: es otra cosa. La sensación que tienes moviendo la pantalla del iPad, personalmente, es más placentera (recuerda: producto emocional) que con la del iPhone. Y pasé dos años la mar de contento con el iPhone 3G.
3. Vale, ¿pero puedo escribir documentos en word o en excel?
Sí. Y no. Olvídate de usar el iPad como un sustituto del ordenador, el portátil o el netbook (que es como un portátil, pero más chiquitillo y ligero). El iPad, por ahora, no puede ser un sustituto, sino un complemento. Aunque el cacharro tiene editores de texto, no son las versiones de Microsoft Office. Hay editores compatibles con los programas que todos tenemos en nuestro/s ordenador/es (como Documents to go, que vale 8 euritos), pero el aspecto y funcionamiento no será exactamente igual.
Por otro lado, para escribir muchos usuarios tendrán un escollo: el teclado virtual. Lo de liarse a meter texto con este sistema es una experiencia algo chocante para la mayoría, lo reconozco. Pero creeme: no es tan fiero el león como lo pintan. Además, puedes llevarte un teclado Bluetooth por si tienes morriña del tecleo tradicional. Aunque, personalmente, no lo considero interesante. Si vas a teclear mucho, cómprate un netbook, y te ahorras tiempo y dinero.
4. ¿Cómo meto documentos, fotos, vídeos o música?
Vayamos por partes, como decía Jack el Destripador. Los de Apple son muy puñeteros para la gestión de archivos en sus cacharros. Para unos, es un trámite soportable (positivo, incluso); para otros, un auténtico coñazo incomprensible y muy irritante (opinión que ha sostenido Miguel Ángel Uriondo, aunque no recuerdo bien si fue en estos sangrantes términos). El caso es que es lo que hay: todo lo que metas en el iPad tiene que pasar por iTunes.
iTunes es un programa de ordenador que lo mismo te sirve para tener música, que vídeos, que para comprar aplicaciones, discos, o descargar podcasts. Es una herramienta muy completa, y quienes sean organizados con sus colecciones de música igual le tienen cierto cariño. Si ya has tenido un iPod o un iPhone, lo tienes que conocer; si no es el caso, la experiencia de inicio es un poco traumática (especialmente, si la tecnología te la pasas por el arco del triunfo). No obstante, no es difícil domar a la fiera.
Determinadas aplicaciones que bajemos (las hay de pago y gratuitas) instalarán ampliaciones en iTunes. Así, si por ejemplo me descargo un visor de documentos para maquetación como Adobe Viewer, tras sincronizar (ojo con el término sincronizar) por primera vez después de la descarga de este programita, iTunes incorporará un apartado desde el que puedo navegar por los contenidos de mi ordenador y pasar la información compatible con Adobe Viewer y subirla al iPad.
Dicho de otro modo: Apple no te va a dejar que instales ningún archivo que no quiera. Así, iTunes es su guardián de la cripta (o su Íker Casillas, si lo prefieres). Claro que hay formas de saltarse a este gate keeper, pero lo veremos más adelante.
5. ¿Entonces todo lo que quiera meter debe pasar por iTunes?
Pues mira, no. Hay otra forma: a través de la nube. No pienses en bucólicos anuncios de compresas de Isabel Coixet. La nube es como se le llama a la información que está alojada en internet, y a la que podemos acceder desde cualquier equipo con nuestra cuenta de usuario. Spotify, por ejemplo, es música en la nube. O para que lo tengas más claro: las cuentas de Hotmail, Gmail, Yahoo y demás correos electrónicos siempre han estado en la nube (aunque no despistadas).
Yo personalmente estoy usando esto de la nube para ahorrarme un dinerito en tinta de impresora y folios. Y es que se acabó eso de imprimir los guiones de la radio cuando tenga que hablar de videojuegos en Ser Digital o de películas en El Anillo de Moebius. Ya sea con Dropbox o con Evernote, si el documento está en la nube, podré acceder a él desde cualquier sitio y a través internet.

En resumen: hay que cambiar el chip cuando se trata de manejar el iPad y determinados documentos, ya que la tableta (al menos, esta tableta) no está pensada para cargarla de información, sino para usarla como un intermediario que te facilite un acceso a los archivos que tengas en un almacén remoto en la red.
6. ¿Lee Flash?
No. Ni lo leerá. Este es un importante escollo. Importantísimo. La ausencia de Flash (que es el formato de la mayoría de las páginas web con animaciones e interactividad) está justificada, lo cual no quita que sea un problema para muchísimos usuarios. Apple está incentivando el desarrollo de otro lenguaje de programación, el HTML5, que consigue resultados similares al Flash. Y de hecho, Adobe (que es el propietario de este formato, después de comprárselo a Macromedia) ya trabaja en conversores de Flash a HTML5, lo cual es un indicio de peso para pensar que jamás veremos Flash en el iPad.
El problema de esta ausencia es que si pensabas irte a la cama con el iPad para ver una serie en Megavídeo, vete olvidando. Hay una aplicación, Skyfire, que se supone que traduce páginas Flash. Pero en mi opinión, es una basura, y el sistema de conversión es bastante pobre y limitado. Por lo menos, en la última actualización.
De modo que si eres asiduo de este tipo de contenidos y uno de los usos principales que le augurabas al iPad era ese, volvemos a lo de antes: ve a por un netbook.
7. ¿El iPad se puede piratear?
Por suerte o por desgracia, todo es pirateable en esta vida. No obstante, ¿qué significa piratear un iPad? Pues ni más ni menos que desbloquearlo. Al hacer esto, conviertes el dispositivo en un artefacto más accesible, ya que te permite recurrir a él casi como a un disco duro, de modo que ya no sería necesario usar iTunes para meterle todo lo que quieras meterle. Además, te permite instalar aplicaciones gratis, amén de algunos contenidos a los que Apple no ha dado su visto bueno.
Se te hacen los ojos chiribitas, lo sé. Pero yo no lo recomiendo. Ya debes estar pensando que voy a comisión de Apple. Pero nada de eso. Le hice el jailbreak (que es como se llama al proceso que desbloquear iPhone, iPod Touch y iPad) a mi iPhone 3G en varias ocasiones, y nunca le saqué partido. Además, tras hacerlo, notas que el chisme no va fino; no va como antes. Como te digo, piratearlo es una decisión personal, y allá cada uno con el partido que le saque a la máquina después de desbloquearlo. Pero personalmente no creo que esto le haga falta al iPad para sacarle todo el jugo.
8. ¡Pero si no tiene USB ni lee tarjetas de memoria!
Verdad. A medias. Ya te habrás dado cuenta de que Apple lo quiere tener todo bajo control. Y la historia empieza por las conexiones. El iPad, como el resto de sus cacharros móviles, usa el puerto dock, que es un sistema nativo para enchufar el tablet a la corriente o al ordenador.
Eso, y un conector de auriculares de toda la vida, son las únicas entradas/salidas del iPad. Exiten adaptadores, pero aún a riesgo de repetirme, insisto: el iPad no está pensado para eso. Cierto que otras tabletas sí que contemplan que puedas clavarle un pendrive y accedas a su contenido directamente desde la pantalla. Pero en el caso del iPad, han decidido no hacer eso. La razón: la política de transferencias que representa iTunes. Y recordamos: para unos, un acierto, y para otros, una pesadilla. Hay opiniones para todos los gustos.
En cualquier caso, si esto es tan determinante para tí, has de saber que, al menos, existen adaptadores oficiales para leer tarjetas de memoria. Pero valen una pasta que considero injustificada. Y con ello ya te anticipo algo: todos los accesorios de Apple para el iPad son un robo a mano armada. Pero eso no es lo peor: lo peor es que quizás caigas. Después de todo, has derrochado un dineral en el tablet (una vez más: producto emocional).
9. ¿Es una videoconsola?
Seguimos con la ambigüedad. El iPad tiene muchos, y muy buenos videojuegos (me recomendaron Plantas contra Zombies y estoy enganchado, como en su día lo estuve a Angry Birds). De hecho, los superventas de iPad acaban desarrollándose para consola. Hay títulos de toda clase, género y proyección. Y lo remarco una vez más: los hay realmente molones.
No obstante, para mí no es una videoconsola. Y creo que cualquier aficionado a los videojuegos estará de acuerdo. No creo que Nintendo o Sony tengan que asustarse por la presencia del iPad. El jugón de portátiles puede interesarse por el iPad, pero sólo como complemento, nunca como su plataforma predilecta. Y esto por no hablar de los usuarios de consolas de sobremesa: quien suelte el mando de una PS3 o una Xbox 360 por un iPad, sencillamente ha perdido el norte. Al menos, si lo que quiere son juegos realmente duros.
10. ¿Funciona como eBook?
No. Radicalmente. Puedes ponerte un ladrillo al cuello atado a una guita, y eso no lo convertirá por proximidad semántica en un collar. Por sus características, creo que usar un iPad como un lector de libros electrónicos es un error. Aunque tenga correctores para compensar la emisión de luz, a la larga lo considero un sistema incómodo y muy nocivo para quienes, como yo, tienen problemas crónicos de vista.
Quizás pueda servir para tener almacenados documentos y libros para buscar referencias concretas. Pero recurrir al iPad para lecturas prolongadas y regulares me parece un disparate. Ya hay dispositivos-lectores específicos bastante económicos en relación calidad-precio. Si eres un lector empedernido y un tecnófilo declarado, creo que un eBook de tinta electrónica es tu solución, no un iPad.
Eso no quita que, como sistema para la lectura de prensa, sea realmente interesante, y con un potencial sólo limitado por la imaginación de diseñadores y editores. Los principales diarios de nuestro país cuentan con su aplicación nativa. La de El Mundo HD me gusta especialmente. Y eso por no hablar de las revistas. En España sólo hay una revista específica para iPad. Se llama iMag y me sorprendió muchísimo. Procedo del diseño editorial y considero al iPad una plataforma con unas posibilidades infitas en este campo. Esta tecnología aún está gateando, y los resultados ya son de por sí espectaculares. De hecho, ya he probado algunas de sus opciones de maquetación y no salgo de mi asombro. De modo que si eres lector de revistas, con el iPad puedes, literalmente, flipar.
11. ¿Y qué tal están las cámaras?
Muy decepcionantes. En serio. Haciendo fotos, el iPad 2 es una verdadera porquería. Así, en seco. Y haciendo vídeos… bueno. No está mal. Pero me ha decepcionado muchísimo esa sonada calidad HD. Enormemente. Sobre todo, sabiendo que ahora la competencia vendrá con cámaras más potentes. Eso sí: la experiencia de la videollamada WiFi es muy interesante. Pero a fin de cuentas, al no poder usarse con internet 3G, es lo mismo que si hablas por Skype o Messenger desde el ordenador. Además, sólo funciona con ordenadores Mac, iPhones y otros iPad 2. El iPad de primera generación no tiene cámaras
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